El templo de Urania


Existen momentos donde lo inesperado ocurre, existen lugares donde nos encontramos con quién no sabíamos que nos esperaba.

En la montaña entre Galicia y Asturias, en una aldea que pertenece a ambos territorios, y que es atalaya sobre un amplio e importante territorio peregrino, me encontré con un templo antiguo, realizado en madera y piedra, y abierto al culto.


Su posición y proporción cumple lo estipulado por el arquitecto Vitruvio hace dos mil años, un templo de planta toscana, abierto al camino de acceso, orientado a Norte, y proporción 5/6.

El templo ocupa el centro de una pequeña aldea habitada por un solo guardián que sufre persecución por su manera de entender su misión.
Su frente configura un pequeño atrio que acoge a los devotos que realizan la ascensión hasta el lugar. Un escarpado camino entre medio de las silvas.

Los muros del templo son precarios, la cubierta ya se encuentra vencida.

En su interior, sobre el altar, domina Urania, acompañada por su torre observatorio, y soportada por una rosa y un compás.


“En la mitología griega Urania (en griego "La celestial") es la musa de la Astronomía y la Astrología. Según diferentes fuentes es hija de Urano, engendrada sin madre o de Zeus y Mnemósine. Urania es la madre de Lino cuyo padre era Apolo.
Urania es la menor de todas las musas.


Comúnmente se la representa vestida de azul, color que representa la bóveda celeste, teniendo cerca de sí un globo terráqueo, en el cual mide posiciones con un compás que lleva en una de sus manos. Tiene una corona o diadema formada por un grupo de estrellas, de las que también su manto va repleto. A sus pies, se encuentran esparcidos algunos instrumentos de matemáticas, razón por la cual algunos la consideran de forma tácita, como musa de las matemáticas y de todas las ciencias exactas.

Urania es un nombre común para observatorios astronómicos tales como el Urania de Berlín, Viena, Zúrich y Amberes. También da nombre al observatorio astronómico histórico de Tycho Brahe el Uraniborg.”
wikipedia


Mi Urania soportaba en sus manos una corona de estrellas, que por las inclemencias sufridas se había desprendido.
La imagen en madera se acompaña por la torre de su observatorio, desde donde vigila la bóveda celeste, y realiza sus cálculos matemáticos.

Afortunados son los llamados al templo de Urania.


© Carlos Sánchez-Montaña

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